El cine de terror cuenta con una gran acogida entre el público y sus fans son lo más acérrimos. Por lo general son cintas baratas y entretenidas, pero muchas de ellas acaban cayendo en los mismos tópicos y situaciones, por lo que cuando una cinta sobresale un poco en seguida se le califica de “película definitiva” o se asegura que revolucionará el género. Es el caso de La Cabaña en el Bosque, que sufrió mucho hasta llegar por fin a nuestro país, y recibió por ello la mejor promoción del mundo: la que se hace por el público.
En sí, La cabaña en el Bosque empieza como otras tantas, con un grupo de adolescentes (interpretados por actores demasiado mayores, he de decirlo) que van a pasar un fin de semana a una casucha perdida en mitad de ninguna parte, un tópico que alcanzó su mejor momento con Evil Dead, y que desde entonces ha sido demasiado explotado. Así que este no sería más que otra producción realizada en cadena si no fuera porque Joss Whedon le dio una vuelta de tuerca al guión… y luego otra más grande que fue la que realmente la hizo destacar y que comento más abajo con muchos SPOILERS.
En realidad, el espectador piensa durante dos tercios de la película que en realidad todo se trata de un reality show, una especie de Gran Hermano en el que se controla a los chicos que van a la cabaña y los manipulan de todas las formas posibles. Ese detalle busca meter algo de humor que contrasta con la brutalidad de las muertes, al más puro estilo slasher, pero por desgracia no es algo que todo el mundo pueda disfrutar. Para empezar porque no es una spoof movie en la que el humor absurdo a veces pasa por encima de la trama, sino que sirve para hacer una parodia seria del género, como la edición japonesa del programa, llena de colegialas japonesas y demonios de pelo largo, o el tópico de la rubia tonta, el cachas del instituto o el gracioso fumeta. De hecho, casi en ocasiones parece que el guión parece haber sido modificado profundamente, y que en realidad, La cabaña en el Bosque son tres películas en una. El personaje de Chris Hemsworth, por ejemplo, no parece aparecer en la misma cinta que todo lo demás, así que creo que gustará sólo a aquellos que estén familiarizados con los mecanismos del género de terror más que con las películas en sí.
De hecho, no es hasta que ya llevamos una hora de metraje, cuando vemos cómo la historia empieza a hilarse, pese a que es previsible por algunos comentarios, y vemos que en realidad todo se trata de un sacrificio humano a unos dioses primigenios sacados de las novelas de Lovecraft, y que cambian por completo el film. Vemos más guiños, como los zombies, los fantasmas o un ser muy parecido al Pinhead de Hellraser, y la cosa se desmadra cuando vemos que en realidad el mundo sobrenatural existe, y está todo en esa especie de programa infernal, con tritones y unicornios asesinos, un cameo inesperado de Sigourney Weaver o un final sorprendente por inesperado, pero que descolocará a aquellos que no entiendan que es un tipo muy particular de parodia, hecha por y para fans.
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